Los países de América latina iniciaron su camino a la industrialización entre las décadas de 1930 y 1950. También tienen una historia más larga como países independientes. Sin embargo, sus economías conservan, con algunos matices, el mismo papel que tenían en el comercio internacional en el siglo XIX: sus exportaciones están basadas todavía en bienes de origen primario (cereales, carnes, frutas tropicales, petróleo y minerales).
El insuficiente dinamismo de las exportaciones ha influido en el crecimiento económico general. Esto significa que el volumen y el precio de las exportaciones han sido y son muy dependientes de los cambios en la demanda internacional y en los precios. Las economías latinoamericanas se caracterizan por la gran dependencia externa, así como por condiciones internas relacionados con las políticas de los sucesivos gobiernos militares y democráticos.
En Latinoamérica, en general, el mayor desarrollo industrial se inició con motivo de la crisis financiera internacional de 1930, que impulsó una política sustitutiva de importaciones, es decir, el reemplazo de los productos manufacturados de consumo final que tradicionalmente se importaban. Así, la producción industrial respondía a una circunstancia internacional desfavorable. Superados aquellos años de crisis, se creyó que la industrialización debía continuar, privilegiando la industria del hierro y el acero, la metalmecánica, la eléctrica y la química, junto con la infraestructura de energía, transporte y telecomunicaciones.
Este desarrollo, no obstante, se dio a costa de importar maquinarias, tecnología y capital para infraestructura. Como resultado, las exportaciones se han diversificado muy poco mientras que las importaciones de un conjunto mucho más amplio de productos han aumentado. Basta con mirar a nuestro alrededor la procedencia de ropa, calzado, galletas, lácteos, golosinas, alimentos envasados, autos, etc.
Además en América Latina se ha hecho muy común en solicitar préstamos para pagar préstamos, con lo que se constituye un círculo vicioso. En el marco de la globalización, el sistema socioeconómico de América latina tiene numerosas dificultades que se vinculan principalmente al peso de la deuda contraída, a la expansión de las empresas transnacionales sin ningún tipo de control y al aumento del desempleo. Otro elemento importante se relaciona con la aplicación de políticas de ajuste del Estado. Como vimos, dichas políticas neoliberales consisten en la disminución del papel el Estado en el desarrollo social y en la privatización de empresas y servicios públicos. La falta de trabajo provoca una disminución en el consumo: las familias que ven bajar sus ingresos intentan ahorrar gastar menos. Esto, finalmente, hace que pequeñas empresas terminen cerrando.
De este modo, a partir de la segunda mitad de la década del setenta, se acentuaron los obstáculos al crecimiento. Sólo el Brasil promovió exportaciones no tradicionales para proteger el desarrollo industrial y en menor medida, México. En el Brasil, en 1998, el 55% del total de las exportaciones de mercancías correspondía a manufacturas; en México, esta cifra se elevaba a 8%; en la Argentina, en cambio, era de un 35%. La composición de las exportaciones constituye un indicador de los rasgos productivos de un país. Sin embargo, puede resultar engañoso en aquellos casos donde esta producción se reduce a ensamblar piezas producidas en otras partes del mundo.
El Brasil se animó a desafiar la crisis de mediados de los setenta de otra manera. Hacia fines de la década, exportaba menos de lo que gastaba en importar petróleo y en pagar la deuda; por eso, utilizaba financiamiento externo para pagar el resto de sus importaciones. Ante esto, realizó enormes esfuerzos para restringir el consumo de petróleo, desarrollar fuentes alternativas de energía, sustituir importaciones, y diversificar y aumentar sus exportaciones, sobre todo de manufacturas. Esta política contrastaba con la del resto de los países, que desmantelaron su sector industrial y abrieron su economía a las importaciones, al tiempo que aumentaban su deuda externa.
En general, la reestructuración económica impactó de manera negativa en América latina. La creciente participación extranjera en las actividades productivas, financieras y bancarias fue desplazando a los grupos económicos locales. Hoy en día es muy habitual la venta de empresas nacionales. El dinero obtenido por los empresarios extranjeros no siempre se reinvierte en el lugar: a veces, se fuga a un banco del exterior.
La falta de diversificación del sector industrial también se manifiesta en el comportamiento de algunas empresas latinoamericanas que buscan insertarse en el mercado mundial, en el marco de la globalización. En efecto, estas empresas transnacionales de origen latinoamericano se vinculan a las actividades primarias o a los productos industrializados asociados al sector.